Gartner define el metaverso como un espacio compartido virtual colectivo creado por la convergencia de la realidad física y digital, esta última virtualmente mejorada. La compañía también estima que para 2026 más del 25% de la población pasará al menos una hora en el metaverso en actividades como trabajo, compras, educación y entretenimiento.
El caso es que el metaverso está cada vez más cerca de la vida cotidiana de las personas. De hecho, ya es una realidad (por virtual que sea) para muchas personas, especialmente en el mundo de los juegos. Y en la carrera por conquistar este entorno, un segmento que sin duda está a la vanguardia es el gigantesco mercado del juego, que en 2021 facturó casi US$200 mil millones en el mundo.
Hace dos años, el cantante Travis Scott actuó en el metaverso del juego Fortnite, atrayendo a más de 12 millones de espectadores. Las entradas se vendieron a US$1, además de otros accesorios, con la personalización del cantante, utilizados en los juegos. También hicieron presentaciones en este modelo Justin Bieber, Ariana Grande y otros.
Las experiencias dentro del metaverso se entrelazan y mezclan. Por ejemplo, es posible comprar terrenos virtuales dentro de las plataformas Decentraland o The Sandbox y también será posible que empresas inmobiliarias y constructoras pongan a disposición apartamentos decorados en el metaverso, para ser visitados virtualmente e incluso comprados en este entorno, pero para su uso en el mundo real. Carrefour creó un mapa en Fortnite, donde pone a disposición de los jugadores alimentos saludables, que así recuperan puntos de salud. Al igual que en el caso de las empresas inmobiliarias y constructoras, los supermercados también podrán ofrecer una experiencia de compra mucho más interactiva e inmersiva que las actuales plataformas de comercio electrónico para que sus consumidores reciban los productos reales en casa.
Así, está claro que el metaverso ya mueve mucho dinero y lo moverá aún más en el futuro. Para que se den una idea, se estima que Mark Zuckerberg, además de haber cambiado el nombre de su empresa a Meta, ya ha invertido unos US$10 mil millones en su desarrollo, con un plazo de recuperación esperado de 5 a 10 años.
Ante este escenario prometedor, todo indica que la industria financiera en su conjunto también actuará con fuerza en este espacio, ya sea con medios de pago tradicionales, como las tarjetas, o con criptomonedas libres y descentralizadas como BitCoin y Ethereum, o incluso con CBDCs (Moneda Digital del Banco Central). El Banco Central de Brasil incluso anunció que probará Real Digital en 2022.
Vale la pena señalar que muchas plataformas en el multiverso también tienen su propia moneda, como V-Buck de Fortnite o Mana de Decentraland, que se ejecuta sobre la plataforma Ethereum.
Otra tendencia que se ha destacado es la venta de los llamados NFTs (Non-fungible Token). Para aquellos que no están familiarizados con el término, no fungible significa algo que no se puede reemplazar o que es único. Cada NFT tiene su propia firma basada en blockchain, que funciona como un libro de contabilidad público. De esta manera, es posible verificar la autenticidad y propiedad de un bien en particular. El año pasado, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, vendió su primer tuit, realizado en 2006, por casi 3 millones de dólares como NFT. Si bien algunas obras de arte han alcanzado valores elevados en el formato NFT, muchas empresas están poniendo a disposición artículos con valores mucho más modestos y aún sumando una serie de beneficios a quienes adquieren estos tokens.
El escenario que vemos hoy, donde las fintechs ganan cada vez más espacio en el mercado financiero, debe ampliarse aún más, con la entrada de nuevos jugadores y la intensificación del avance de las bigtechs. Por ejemplo, la plataforma de pago de Meta, anteriormente llamada Facebook Pay, también cambió su nombre a Meta Pay y tiene como actividades declaradas: “servicio de redes sociales en línea que permite transacciones financieras y el intercambio de moneda digital, moneda virtual, criptomoneda, activos digitales y blockchain, activos digitalizados, tokens digitales, tokens criptográficos y activos descentralizados”. En otras palabras, la competencia será genial.
Desafíos
Si bien ya existen muchas iniciativas en el multiverso, se espera que en los próximos cinco años tengamos experiencias más cercanas a lo que hoy se considera ideal, como el uso de gafas de realidad virtual, realidad aumentada, holografía, etc., que brindan una interacción más cercana en 3D la vida real.
Otro punto fundamental que hay que resolver es el de la interoperabilidad. Hoy, si alguien tiene un avatar en The Sand Box, por ejemplo, no puede usar ese mismo avatar en Decentraland o Fortinet, son mundos diferentes. De esta forma, las empresas que quieran estar presentes en el metaverso elegirán ¿qué plataforma? ¿Tendrán que estar en todos ellos? Parece inviable. Es decir, en algún momento será necesario integrar estos límites entre estos mundos separados.
Pero entonces, ¿es seguro que el metaverso prosperará y permanecerá, o será solo una ola pasajera? Todavía es demasiado pronto para decirlo, pero dado el tamaño de las inversiones y las empresas involucradas, está muy avanzado.