En Brasil, nos enfrentamos a una importante crisis hídrica, con embalses operando muy por debajo de los niveles ideales y afectando a las centrales hidroeléctricas, que son la matriz energética más grande del país, que representan el 75% de la generación eléctrica.
Si bien el sector apuesta cada vez más por las energías limpias y renovables, las estrategias para asegurar la sostenibilidad energética en suelo nacional, a través de la inversión en soluciones eficientes, capaces de brindar un control inteligente del consumo energético, evitando el desperdicio, son siempre parte importante del avance de este proceso.
El desafío, por lo tanto, es maximizar el rendimiento de los sistemas y equipos eléctricos y evitar pérdidas. Ahí es donde entran en juego tecnologías disruptivas como Internet de las cosas (IoT), que brindan una gestión inteligente, que permite automatizar y minimizar los recursos desperdiciados, además de ayudar a preservar el medio ambiente.
Curiosamente, los sensores de IoT se pueden aprovechar agregando a diversas tecnologías emergentes de Inteligencia Artificial (IA), como machine learning, capaces de emitir alertas tempranas, por ejemplo, sobre contratos firmados con empresas de energía para renegociar valores más acordes con la previsión de consumo estimado.
El objetivo, al final del día, es reducir exponencialmente el consumo de energía, ya que el IoT trae mejora operativa, al automatizar y posibilitar el control de los principales puntos de consumo energético, lo que garantiza la visibilidad y previsibilidad de la factura y una mejor gestión de gastos.
Exorcizando el fantasma del legado
La mayor parte de la infraestructura de las empresas alberga sistemas antiguos, sin tecnologías emergentes, imprescindibles para una gestión inteligente y eficiente del consumo energético. Pero este escenario no impide las evoluciones. Es posible transformarlo y exorcizar el fantasma del legado con recursos de IoT, aportando inteligencia al entorno. IoT conecta lo nuevo con lo heredado.
En los edificios, por ejemplo, podemos automatizar los sistemas de iluminación y aire acondicionado, detener los residuos, programar su cierre fuera del horario laboral, garantizando la experiencia de las personas durante el horario comercial, además de monitorear los insumos y generar insights para trazar acciones y aportar una mayor eficiencia energética.
Cuando el IoT actúa a lo largo de la cadena de distribución de energía, formada por generadores, transmisores y consumidores; agrega información muy importante sobre la eficiencia y los problemas en tiempo real, especialmente cuando se alía con la IA.
En consonancia con la sostenibilidad
El IoT, equipado con sus sensores y actuadores, también puede medir y reducir el impacto del proceso industrial en el medio ambiente. Así, es posible formar industrias sostenibles mediante el uso de estos dispositivos en toda la cadena de producción. Desde la extracción de materia prima hasta el producto final.
¿Imagina poder obtener información para crear medidas encaminadas a reducir la huella de carbono, reducir los procesos de calentamiento, emisión de gases tóxicos, uso de agua y consumo de energía? Existen sensores que realizan varios tipos de medición como humedad, luz y presión, para monitorear ambientes críticos en tiempo real.
Otra acción inteligente: los países que reducen las emisiones de dióxido de carbono obtienen créditos de carbono en unidades de Reducción de Emisiones Certificadas (CER), que se pueden vender en el mercado mundial. Para que los países desarrollados cumplan con este acuerdo, se creó el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).
Por lo tanto, cuando un país reduce emisiones o elimina 1 tonelada de dióxido de carbono de la atmósfera, gana 1 crédito de carbono, que es una unidad emitida por la Junta Ejecutiva del MDL, es decir, el CER o Certificados de Emisiones Reducidas (CER) y se venden en el mercado mundial.
No cabe duda de que las empresas que invierten en tecnologías para asegurar la sostenibilidad del medio ambiente obtienen más beneficios, valoran sus acciones en bolsa y apalancan sus marcas en el mercado. Así, se forma una cadena virtuosa, en la que el mercado y la sociedad ganan. Y el planeta agradece.